domingo, 10 de enero de 2010

Estornudos

¿Por qué tenemos mocos y estornudamos?

Los mocos son un mecanismo de protección del cuerpo humano. Son viscosos y pegajosos para retener los gérmenes y partículas diminutas indeseadas, como polvo o polen, que acompañan al aire que respiramos. Son una capa fina y resbaladiza que no solo recubre las paredes interiores de la nariz, también el resto de la vías respiratorias y parte del tubo digestivo.

En definitiva, la nariz funciona como un filtro donde se concentran las bacterias que intentan entrar en nuestros pulmones. Pero cuando algo más grande que un microbio entra en las vías respiratorias, nuestro cuerpo activa el sistema de emergencia: la tos.

El estornudo, por su parte, es una de las acciones más violentas de nuestro cuerpo. Para que se produzca, debe haber un factor desencadenante, que nos irrite las mucosas de las aletas de la nariz.
Este picor estimula las terminaciones del quinto nervio craneal o trigémino. Este nervio gestiona todos los estímulos sensoriales que detecta nuestro rostro.
El resultado del picor es una cascada de reacciones a lo largo de todo nuestro cuerpo: cerramos los ojos, inhalamos aire y entonces se contraen los músculos del torso y la faringe hasta que expulsamos de forma explosiva aire a una velocidad superior a los 150 kilómetros por hora.
Cuando estornudamos expulsamos el aire a una velocidad superior a los 150 km por hora
Sobre los factores desencadenantes del estornudo, el más común es la irritación de la mucosa derivada de un resfriado (o sea de la invasión del virus que produce la enfermedad) o la alergia.

Entre los factores poco habituales destaca uno sobre los demás: el producido por la luz. Se conoce como estornudo fótico. Es relativamente común, una de cada diez personas puede sufrirlo. Sucede después de permanecer un tiempo en la oscuridad, tras el cual el sujeto se expone de manera brusca a un foco de luz. Es entonces cuando estornuda.
Aunque parezca una tontería, hay multitud de científicos que están estudiando las causas de este desorden. Dicen, que puede dar pistas para comprender mejor las migrañas y la epilepsia ya que muchas veces, las crisis de ambas dolencias se desencadenan por la exposición a rayos de luz intensa.

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